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VIGILANCIA FETAL ANTENATAL E INTRAPARTO

 

 

INTRODUCCIÓN

 

En la práctica obstétrica habitual, se ha extendido el uso de diferentes técnicas o exámenes de evaluación de bienestar fetal. Durante los últimos años, una gran cantidad de métodos de vigilancia anteparto han irrumpido en la práctica clínica de la obstetricia. Algunos de ellos de alto costo y de utilidad dudosa. En la presente guía se expondrán brevemente la utilidad de cada uno de estos métodos en la población general.

 

 

 

MONITOREO ELECTRÓNICO FETAL (MEF)

 

Parámetros para evaluar el MEF

Esta técnica examina la capacidad del sistema cardiovascular fetal de responder a las modificaciones tónicas del sistema nervioso autónomo. Esta depende de la indemnidad hemodinámica y del sistema nervioso autónomo y de una oxigenación fetal en límites normales.

 

El examen generalmente se utiliza desde las 32 semanas de gestación, tiene una duración de 20 minutos y es calificado como normal ominoso o sospechoso de acuerdo a:

  • Frecuencia cardiaca fetal entre 120-160 latidos por minuto (lpm).

  • Dos fenómenos aceleratorios, definidos como aumento de la frecuencia cardíaca de 15 lpm, de una duración de al menos 15 segundos.

  • Ausencia de fenómenos desaceleratorios.

 

¿Es útil el uso del MEF anteparto en gestaciones de alto riesgo para reducir resultados adversos perinatales?

  • La utilización del MEF antenatal, no ha demostrado disminuir las complicaciones perinatales, por lo que no debe recomendarse su interpretación para la toma de decisiones (Recomendación A).

  • En el subgrupo de fetos con restricción de crecimiento, se recomienda utilizar el MEF una o dos veces a la semana, debido a que ha demostrado disminuir las tasas de muerte intrauterina (Recomendación C).

 

Recientemente, se demostró en un metaanálisis con 2.105 mujeres en seis estudios, que la utilización del MEF antenatal comparado con su no uso, no se asocia a disminución de mortalidad perinatal (RR: 2,05; IC 95% 0,95 - 4,42) ni tasa de cesáreas (RR: 1,06; IC 95% 0,88 – 1,28).

 

Según estudio, en embarazos afectados por restricción de crecimiento fetal, un monitoreo fetal reactivo se asocia con tasas de mortalidad fetal de 1,9 x 1.000 RN en comparación con tasas de 26 x 1.000 RN cuando el monitoreo es no reactivo.

 

 

 

PERFIL BIOFÍSICO FETAL (PBF)

 

Parámetros para evaluar el PBF

El examen, propuesto por primera vez, considera cinco parámetros biofísicos fetales que son evaluados mediante un registro basal y ecografía, durante 30 minutos. Se basa en la severa alteración de la actividad biofísica del sistema nervioso central fetal provocada por la hipoxia. Los parámetros, evaluados con un puntaje de 0 a 2 son:

  • Movimientos respiratorios fetales

  • Movimientos corporales gruesos

  • Tono fetal

  • Registro cardíaco fetal basal

  • Cantidad de líquido amniótico

¿Existe evidencia que demuestre la utilidad del PBF en disminuir las complicaciones perinatales?

  • En embarazos de alto riesgo, el uso de PBF se recomienda, ya que ha demostrado identificar fetos con riesgo elevado de mortalidad perinatal (Recomendación C).

 

Se evaluaron a 4.148 fetos de alto riesgo dentro de la semana previa a la interrupción del embarazo, demostrando que la identificación de un perfil biofísico normal se asociaba con tasas bajas de mortalidad, en comparación con un resultado alterado (1 x 1.000 RN vs 200 x 1.000 RN).  El perfil biofísico fetal, a pesar de utilizarse en todos los embarazos de alto riesgo, su uso está restringido en embarazos con restricción de crecimiento intrauterino, especialmente sobre las 35 semanas de gestación.

 

 

 

VELOCIMETRÍA DOPPLER

 

Este método que utiliza el efecto doppler, evalúa la velocidad con que los glóbulos rojos se movilizan en los vasos sanguíneos maternos y fetales y a través de ello permite cuantificar el flujo sanguíneo y la resistencia vascular.

 

¿Es la arteria umbilical un buen predictor de complicaciones perinatales severas?

  • Se recomienda la evaluación del doppler de la arteria umbilical en embarazos de alto riesgo como predictor de muerte perinatal (Recomendación A).

  • No se recomienda la evaluación del doppler de la arteria umbilical en embarazos de bajo riesgo o población general, debido a que no ha demostrado beneficio para la gestante o el feto (Recomendación A).

  • No se recomienda utilizar el doppler de arteria umbilical como parámetro aislado, en la toma de decisiones, en fetos con restricción de crecimiento posterior a las 34 semanas (Recomendación C).

 

La evaluación de la velocimetría doppler de arteria umbilical en población de alto riesgo, y comparado con el manejo habitual que no incluía doppler y entrenando a los médicos tratantes en el significado de un resultado anormal y la necesidad de interrumpir el embarazo, ha demostrado mejorar los resultados perinatales. El meta-análisis Cochrane reciente que incluyó 6.995 mujeres en 11 estudios clínicos randomizados, demostró que la utilización del doppler de arteria umbilical en el manejo de los fetos de alto riesgo, se asociaba a una tendencia en la disminución de las muertes perinatales (RR: 0,71; IC 95% 0,50 - 1,01) y significativamente menos ingresos hospitalarios maternos (RR: 0,56; IC 95% 0,43 - 0,72), sin demostrar una disminución en la tasa de cesáreas (RR: 0,94; IC 95% 0,82 - 1,06).

 

El último meta-análisis Cochrane de estudios randomizados y cuasi randomizados, evaluó a 14.185 mujeres de bajo riesgo, demostrando que el uso del doppler umbilical no se asocia a mejoras tanto en los resultados maternos como perinatales.

 

En un estudio se evaluó a 129 fetos con restricción de crecimiento fetal diagnosticado al término, todos con doppler umbilical normal, y los comparó con 259 fetos de peso normal, demostrando que el grupo afectado a pesar de demostrar un doppler umbilical normal, se asocia a mayores tasas de ingreso a cuidados intensivos neonatales (15,5% vs 3,9%; p < 0,001) y menor puntaje en evaluaciones de desarrollo psicomotor. Resultados semejantes fueron obtenidos por Hershkovitz R et al.

 

¿Existe evidencia que apoye la evaluación de la arteria cerebral media en el manejo de embarazos de alto riesgo?

  • El doppler de arteria cerebral media no debe ser usado como parámetro único en la toma de decisión de interrupción de embarazos de alto riesgo debido a su débil poder predictivo (Recomendación A).

  • En fetos con restricción de crecimiento tardío, se recomienda la evaluación de arteria cerebral media independiente del resultado de la arteria umbilical, como predictor de daño neurológico y riesgo de cesárea (Recomendación C).

 

La arteria cerebral media se vasodilata en respuesta a la hipoxia, y esta vasodilatación puede ser examinada con la técnica de la velocimetría doppler. Múltiples estudios muestran la utilidad de esta técnica, sin embargo el nivel de evidencia es inferior al de arteria umbilical. Se demostró recientemente en un meta-análisis con 4.025 fetos en 35 estudios, que la utilización del doppler de arteria cerebral media en embarazos de alto riesgo, tiene una pobre asociación con resultado perinatal adverso y muerte perinatal (LR 2,77 y 1,36 respectivamente).

 

En un estudio, se comparó 60 fetos con restricción de crecimiento de término y doppler umbilical normal, con 60 fetos de peso normal, y demostró que la alteración de la arteria cerebral media, se asocia con puntajes inferiores en evaluaciones motoras durante el período neonatal. El mismo grupo investigador, demostró que inclusive a los dos años de edad el haber tenido un doppler de arteria cerebral media alterado al término, se asocia a alteraciones leves del desarrollo psicomotor.

 

Un estudio reciente, comparó 210 fetos de término con restricción de crecimiento y doppler umbilical normal, con 210 fetos controles, demostrando que en el subgrupo de fetos con restricción, el demostrar un doppler de arteria cerebral media alterado, se asocia con tasas más altas de cesárea por monitoreo electrónico intraparto alterado, que aquellos con restricción pero con doppler cerebral normal.

 

Mujeres que se benefician de la evaluación del ductus venoso

  • Se recomienda la evaluación del ductus venoso, en fetos afectados por restricción de crecimiento de origen hipóxico y edad gestacional menor a 32 semanas, para la toma de decisiones (Recomendación C).

  • En embarazos con restricción de crecimiento de menos de 26 semanas debe primar la edad gestacional por sobre el ductus venoso en la toma de decisiones (Recomendación C).

  • La presencia de un ductus venoso ausente o reverso es un evento terminal, por lo que ante este hallazgo es recomendable finalizar el embarazo (Recomendación C).

 

Un estudio evaluó a 74 fetos con restricción de crecimiento precoz y doppler umbilical con flujo ausente o reverso en diástole, demostrando que el ductus venoso con onda a ausente o reversa junto con flujo pulsátil en vena umbilical se asocian al mayor riesgo de muerte perinatal (OR 3,7 y OR 17 respectivamente) en el grupo menor a 32 semanas. La edad gestacional demostró una asociación alta con muerte perinatal, especialmente en el grupo menor a 28 semanas.

 

En 2012, se analizaron diversos parámetros del doppler fetal en 157 fetos con restricción precoz y concluyeron que la edad gestacional, es el parámetro más importante de predicción de muerte perinatal, principalmente gestaciones < 26 semanas, seguido de alteraciones tardías del ductus venoso (OR 25,2 y OR 12,1 respectivamente). Asociado a esto, se establece que la mayor utilidad del ductus venoso, se observa en edades gestacionales entre las 26 y 28 semanas, discriminando dos grupos de riesgo, con tasas de mortalidad significativamente diferentes.

 

En un estudio, se demostraron que las alteraciones del doppler venoso fetal, principalmente ductus venoso, vena umbilical y vena cava inferior, se asociaban con acidemia fetal al nacer, siendo el ductus venoso con onda a reversa o ausente, el parámetro más específico (96%), lo que se correlaciona con fases terminales, en fetos con compromiso placentario crónico. Se confirmaron posteriormente estos resultados, al observar que el ductus venoso reverso, se produce dentro de las 24 horas previo a la interrupción, ya sea por muerte fetal o deterioro fetal severo, en el grupo de restricciones de crecimiento fetal precoz.

MONITORIZACIÓN ELECTRÓNICA FETAL INTRAPARTO (MEFI)

 

Parámetros que han demostrado utilidad en la MEFI

Durante el parto se debe efectuar un análisis del volumen del líquido amniótico, pero la evaluación fundamental es la monitorización intermitente o continua de la frecuencia cardíaca fetal (FCF) en relación con las contracciones uterinas. La interpretación adecuada de la monitorización de la FCF durante el trabajo de parto,
requiere de la comprensión de los mecanismos fisiológicos involucrados en su regulación, para así interpretar en forma adecuada sus cambios.

 

Parámetros que deben evaluarse en la MEFI

  • Durante el trabajo de parto, se recomienda utilizar la clasificación descrita por el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (Recomendación C).

  • Se recomienda abandonar los términos hiperestimulación, polisistolía e hipercontractilidad, y reemplazarlos por el término “taquisistolía” (Recomendación C).

  • Se recomienda abandonar los conceptos de “desaceleraciones variables simples o complejas” y reemplazarlos por “desaceleraciones variables” en globo (Recomendación C).

 

El año 2008, la Sociedad Americana de Obstetras y Ginecólogos, la Sociedad de Medicina Materno Fetal Americana y la NIH, realizó un consenso con respecto a la monitorización electrónica fetal intraparto (MEFI), estableciendo las siguientes definiciones:

  1. Contracciones uterinas: Cantidad de contracciones en 10 minutos, cuya terminología a utilizar es:

    • Normal: ≤ 5 contracciones en 10 minutos.

    • Taquisistolía: > 5 contracciones en 10 minutos.

      • Debe usarse este concepto ante contracciones espontáneas o inducidas.

      • Se recomienda abandonar los conceptos “polisistolía”, “hiperestimulación” o “hipercontractilidad”.

  2. Frecuencia cardíaca fetal basal: Identificación de frecuencia cardíaca en un período de 10 minutos.

    • Normal: Frecuencia cardíaca fetal entre 110 y 160 latidos por minuto.

    • Bradicardia: Frecuencia cardíaca basal < 110 latidos por minuto.

    • Taquicardia: Frecuencia cardíaca basal > 160 latidos por minuto.

  3. Variabilidad: Se debe evaluar en una ventana de 10 minutos, sin considerar fenómenos aceleratorios ni desaceleratorios. Se clasifica como:

    • Variabilidad ausente: Amplitud indetectable.

    • Variabilidad mínima: Amplitud mayor que indetectable pero menor a 5 latidos por minuto.

    • Variabilidad moderada: Amplitud en rango de 6 a 25 latidos por minuto.

    • Variabilidad marcada: Amplitud mayor a 25 latidos por minuto.

  4. Aceleraciones: Incremento abrupto de la frecuencia cardíaca fetal, de al menos 15 latidos por minuto, por al menos 15 segundos desde el inicio hasta el retorno a la frecuencia basal.

    • En gestaciones de menos de 32 semanas, se considerará un aumento de al menos 10 latidos por minuto, por al menos 10 segundos.

    • Se considera como aceleración prolongada a aquella con una duración entre dos y 10 minutos.

    • Si el fenómeno aceleratorio dura > 10 minutos se debe considerar como un cambio de la frecuencia basal.

  5. Desaceleraciones: Disminución abrupta de la frecuencia cardiaca fetal.

    • Se considera como desaceleración prolongada a aquella con una duración entre dos y 10 minutos.

      • Si el fenómeno desaceleratorio dura más de 10 minutos, se debe considerar como un cambio de la frecuencia basal.

    • De acuerdo a la nueva clasificación de ACOG, debe abandonarse el uso de los términos “desaceleraciones variables simples y complejas”, reemplazándose por el término genérico “desaceleraciones variables”.

    • A su vez, las desaceleraciones pueden ser recurrentes (desaceleraciones en más del 50% de las contracciones uterinas en una ventana de 20 minutos) o intermitentes (desaceleraciones en menos del 50% de las contracciones uterinas, en una ventana de 20 minutos).

    • Desaceleraciones precoces: Disminución gradual (duración de más de 30 segundos desde inicio a nadir) y simétrica de la frecuencia cardiaca fetal, en relación a contracciones uterinas.

      • El nadir de la desaceleración coincide con el pick de la contracción uterina.

      • El inicio de la desaceleración coincide con el inicio de la contracción uterina.

    • Desaceleraciones tardías: Disminución gradual (duración de más de 30 segundos desde inicio a nadir) y simétrica de la frecuencia cardiaca fetal, en relación a contracciones uterinas.

      • La desaceleración presenta un retraso en su inicio, presentando el nadir de la desaceleración, posterior al pick de la contracción uterina.

    • Desaceleraciones variables: Disminución abrupta (duración de menos de 30 segundos desde inicio a nadir) de la frecuencia cardiaca fetal, de al menos 15 latidos por minuto por al menos 15 segundos y menos de dos minutos de duración.

      • Su inicio, profundidad y duración varían en su relación con las contracciones uterinas.

  6. Patrón de frecuencia cardiaca sinusoidal: Corresponde a una frecuencia cardiaca basal de aspecto ondulante, con una frecuencia del ciclo de 3 a 5 minutos y que persiste por al menos 20 minutos.

 

Clasificación: El Consenso Americano definió la interpretación de la monitorización electrónica fetal intraparto (MEFI) de la siguiente manera:

  • Categoría I: Monitoreo normal con predicción fuerte de estado ácido-base fetal normal.

    • No requiere medidas de acción específicas.

  • Categoría II: Patrón de monitoreo indeterminado que no predice un estado ácido-base fetal alterado (categoría III) pero no hay evidencia para asignarlos a categoría I.

    • Requieren evaluación, monitoreo continuo y reevaluación.

  • Categoría III: Trazado anormal, con evidencia que se asocia a un estado ácido-base fetal alterado, requiere evaluación inmediata y eventual necesidad de reanimación fetal intraparto.

    • Esta categoría incluye: variabilidad ausente asociada a alguna de las siguientes desaceleraciones tardías recurrentes, desaceleraciones variables recurrentes, bradicardia o registro de patrón sinusoidal.

 

En mujeres de alto riesgo, la Asociación Americana de Ginecología y Obstetricia (ACOG), recomienda la evaluación y registro de la frecuencia cardiaca fetal al menos cada 15 minutos, durante la fase activa del parto. Durante la segunda etapa del parto o período expulsivo, la evaluación debe efectuarse cada 5 minutos. Para mujeres de bajo riesgo, se recomienda una evaluación cada 30 minutos, en la fase activa y cada 15 minutos en el período expulsivo.

 

¿Es superior la MEFI continua por sobre la auscultación intermitente en la prevención de complicaciones intraparto?

  • En embarazos de bajo riesgo no se recomienda el uso de monitoreo continuo intraparto por sobre la auscultación intermitente para disminuir la mortalidad perinatal (Recomendación A).

 

La auscultación intermitente de la frecuencia cardíaca fetal con estetoscopio de Pinard, fue por muchos años el único método de vigilancia empleado durante el parto. Este método ha sido abandonado en la medida que ha sido sustituido por la monitorización electrónica. La auscultación intermitente, puede ser llevada a cabo con instrumentos como los de Pinard, DeLee o aparatos con efecto Doppler. La auscultación debe efectuarse durante 30 segundos después de la contracción uterina.


Una meta-análisis Cochrane reciente, en 4 estudios con más de 13 mil mujeres en trabajo de parto de bajo riesgo, demostró que no hay diferencias en mortalidad fetal o neonatal al comparar el uso de monitorización continua con auscultación intermitente (RR 1,01; IC 95% 0,30 – 3,47), incluso la monitorización continua se asoció a un riesgo 20% mayor de cesárea (RR 1,20; IC 95% 1,00 - 1,44).

 

En un meta-análisis que incluyó 13 estudios randomizados controlados con más de 37 mil mujeres, que el uso de monitorización continua en comparación con auscultación intermitente, se asocia a una disminución de riesgo de 50% de convulsiones neonatales (RR 0,50; IC 95% 0,31 - 0,80), pero a costa de un incremento significativo del riesgo de cesárea (RR 1,63; IC 95% 1,29 - 2,07). Sin embargo, no se asoció a disminución de mortalidad perinatal global (RR 0,86; IC 95% 0,59 - 1,23) o parálisis cerebral (RR 1,75; IC 95% 0,84 – 3,63).

 

 

 

EVALUACIÓN DE LÍQUIDO AMNIÓTICO

 

¿Es la evaluación antenatal del líquido amniótico un buen predictor de sufrimiento fetal intraparto?

  • Para la evaluación del líquido amniótico se recomienda utilizar la medición del bolsillo vertical máximo por sobre el índice de líquido amniótico (Recomendación A).

  • No se recomienda la inducción de parto en mujeres de término con oligoamnios idiopático, como estrategia para disminuir las tasas de sufrimiento fetal (Recomendación A).

  • En embarazos en vías de prolongación la evaluación del bolsillo vertical máximo de líquido amniótico, es una estrategia aceptable de monitorización (Recomendación C).

 

Una forma objetiva de evaluar la cantidad de líquido amniótico, es por medio de ecografía. La definición de oligoamnios, corresponde a la presencia de un bolsillo de menos de 2 cm en sentido antero-posterior (BVM), o de un puntaje menor de 5 en el índice de líquido amniótico (ILA), que corresponde a la suma de los bolsillos de líquido amniótico en los cuatro cuadrantes.

 

Evidencia actual, ha comparado el rendimiento del BVM y del ILA en la predicción de sufrimiento fetal intraparto. Un meta-análisis Cochrane reciente, comparó en 4 estudios randomizados con 3.125 mujeres el uso del BVM o ILA para predicción de complicaciones periparto. Ninguno demostró ser útil en disminuir las tasas de admisión a UCI neonatal, APGAR bajo, acidosis neonatal o cesárea. Sin embargo, el uso de ILA, se asoció a un riesgo mayor de diagnóstico de oligoamnios (RR 2,33; IC 95% 1,67 - 3,24), inducción de parto (RR 2,10; IC 95% 1,60 - 2,76) y cesárea por distrés fetal (RR 1,45; IC 95% 1,07 - 1,97), por lo que recomiendan utilizar el BVM por sobre el ILA.

 

Sin embargo, existe controversia con respecto a la utilidad de la medición del líquido amniótico al ingreso de trabajo de parto, como cribado de compromiso fetal. Un estudio, evaluó recientemente a 326 embarazos de término en trabajo de parto y demostró que la evaluación del líquido amniótico en mujeres de bajo y alto riesgo, presenta sensibilidades y valores predictivos positivos deficientes, por lo que no lo recomienda como un factor predictor de sufrimiento fetal. En esta misma línea, se randomizó a 54 mujeres con ILA < 5 cm a inducción de parto versus manejo expectante, no encontrando diferencias en pH de cordón, APGAR o admisión a cuidados intensivos neonatales. Debido a estos hallazgos, la interpretación de un oligoamnios debe ser analizado con precaución antes de tomar una conducta activa.

 

En embarazos de vías de prolongación, una revisión sistemática concluyó que a pesar de no ser un buen predictor de complicaciones perinatales, su determinación una a dos veces semanal, es un parámetro aceptable en el control de este grupo de mujeres.

 

 

 

AMNIOINFUSIÓN

 

¿Es la amnioinfusión una estrategia válida durante el trabajo de parto?

  • No se recomienda la amnioinfusión profiláctica durante el trabajo de parto en mujeres con oligoamnios sin evidencias de sospecha de compromiso fetal (Recomendación A).

  • Se recomienda la amnioinfusión durante el trabajo de parto en embarazos con sospecha de compresión funicular o presencia de desaceleraciones durante la monitorización (Recomendación A).

  • Se recomienda amnioinfusión en el manejo del trabajo de parto asociado a meconio (Recomendación A).

 

La infusión de solución salina dentro de la cavidad amniótica (amnioinfusión) durante el trabajo de parto, ha mostrado disminuir la incidencia de las desaceleraciones de FCF, mejorar el resultado neonatal y reducir la tasa de cesáreas en casos de oligoamnios. Sin embargo, su uso se ha extendido a otras situaciones.

 

Un meta-análisis reciente de Cochrane, analizó un estudio randomizado en 116 mujeres con diagnóstico de oligoamnios sin desaceleraciones, comparando la amnioinfusión profiláctica versus su uso terapéutico en caso de meconio o desaceleraciones fetales. El uso profiláctico, no demostró disminución de cesáreas, mejora de pH de cordón, neumonía neonatal o endometritis posparto. Incluso, su uso se asoció a un riesgo mayor de fiebre intraparto (RR 3,48; IC 95% 1,21 - 10,05).

 

En un estudio, se randomizaron a 150 mujeres en trabajo de parto con presencia de desaceleraciones variables recurrentes y líquido amniótico claro o tinte meconial escaso, a recibir amnioinfusión versus manejo habitual. El grupo intervenido se asoció a una disminución significativa de las desaceleraciones y cesáreas por sospecha de sufrimiento fetal, además de una disminución de acidemia neonatal. En la misma línea, un meta-análisis Cochrane reciente, analizó 19 estudios randomizados en mujeres con sospecha de compresión de cordón umbilical por presencia de desaceleraciones variables al monitoreo fetal. Las mujeres fueron asignadas a amnioinfusión versus manejo habitual. El uso de amnioinfusión se asoció a disminución significativa de cesárea, desaceleraciones, APGAR < 7 a los cinco minutos, aspiración de meconio bajo las cuerdas vocales y endometritis posparto.

 

Otra importancia del meconio en el líquido amniótico, es el “síndrome aspirativo meconial neonatal” que se presenta en alrededor del 1% de los partos con presencia de meconio. La etiología precisa de esta entidad, permanece poco clara, aunque su asociación con sufrimiento fetal, con obstrucción bronquial, o con las características químicas o digestivas del meconio, podrían justificar una mayor morbilidad perinatal.

 

En mujeres con presencia de meconio durante el trabajo de parto, el uso de amnioinfusión ha demostrado resultados contradictorios. El año 2005, se realizó un estudio multicéntrico con 1.998 mujeres en trabajo de parto, con presencia de meconio espeso en líquido amniótico y desaceleraciones variables, las cuales fueron randomizadas a amnioinfusión o manejo habitual, buscando como objetivo una disminución de aspiración meconial. El uso de amnioinfusión, no se asoció a disminución de muerte perinatal/aspiración meconial (RR 1,26; IC 95% 0,82 - 1,95) ni de la tasa de cesáreas (RR 1,10; IC 95% 0,96 - 1,25). (28), demostraron resultados semejantes en una revisión sistemática de la literatura.

 

Sin embargo, recientemente un meta-análisis de Cochrane, evaluó 13 estudios randomizados en 4.143 mujeres y demostró que el uso de amnioinfusión en trabajos de parto con meconio, se asocia a una disminución significativa del síndrome de aspiración meconial (RR 0,25; IC 95% 0,13 - 0,47) y una tendencia a disminuir la mortalidad perinatal (RR 0,37; IC 95% 0,13 - 1,01). (29) Debido a que se trata de una estrategia de fácil implementación y pocas complicaciones, su uso es utilizado en diversos centros.

 

 

 

ESTRATEGIAS A IMPLEMENTAR ANTE SOSPECHA DE COMPROMISO FETAL INTRAPARTO

 

Ante un patrón del MEFI sospechoso (categoría II) se debe evaluar a la gestante para descartar y corregir:

  • Hipotensión postural o post anestesia epidural

  • Hiperestimulación secundaria a episodios de taquisistolía

  • Compresión de cordón

 

Ante algunos de estos hallazgos se deberá tomar alguna o varias de estas medidas:

  • Cambio de posición (decúbito lateral izquierdo) para descompresión de vena cava, mejorando el retorno venoso

  • Hidratación EV para corrección de hipotensión

  • Oxígeno por mascarilla

  • Suspensión de conducción oxitócica

  • Amnioinfusión en caso de desaceleraciones variables recurrentes (excepto en contexto de MEFI categoría III)

  • Tocolisis de urgencia (bolo de fenoterol 5 a 25 mg o nitroglicerina 100 ug) en caso de taquisistolía

 

De persistir monitoreo alterado, en un plazo no mayor a una hora, se deberá definir la vía del parto según paridad, dilatación cervical y descenso de la presentación.

 

Ante un patrón del MEFI patológico (categoría III), se deben tomar medidas destinadas a recuperar la condición fetal, mientras se prepara la interrupción del embarazo en un plazo no mayor a 20-30 minutos. Las medidas a tomar son las siguientes:

  • Oxígeno por mascarilla

  • Cambios de posición (decúbito lateral izquierdo)

  • Hidratación EV para corrección de hipotensión

  • Suspensión de conducción oxitócica

  • Tocolisis de urgencia (bolo de fenoterol 5 a 25 mg o nitroglicerina 100 ug)

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